Sobre la visita del vicepresidente Pence: Pence y los temas de frontera
En los años 50 del siglo pasado, el Secretario de Estado de EEUU durante el gobierno de Eisenhower, John Foster Dulles, afirmó que “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”. Más recientemente, Colin Powell afirmaba que la política norteamericana ha pretendido históricamente “garantizar para las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del Polo Ártico hasta la Antártida, y libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad a nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio”.
La visita al país de Mike Pence, Vicepresidente de EEUU, dejando al margen el abordaje de la crisis venezolana que pareciera uno de sus principales intereses, la prensa nacional se hizo eco de varios hechos que colocan nuevamente a la frontera como escenario de devastación ambiental y profunda inseguridad:
1)Se iniciarán nuevas fumigaciones en la frontera con Colombia.
La presencia de Pence coincide con el anuncio desde Colombia de nuevas fumigaciones, utilizando drones, y por supuesto glifosato. El glifosato es un herbicida que destruye cultivos, vegetación y suelos, afecta la salud de la población, contamina el agua, tal y como fue comprobado por diferentes estudios científicos y testimonios de las poblaciones.
Hay que recordar que ya en el 2003 el encargado civil del Hemisferio Occidental en el Departamento de Defensa (Pentágono), Roger Pardo-Maurer, reconoció ante una delegación de organizaciones colombo- ecuatorianas que visitaron EEUU en octubre de 2003, que “las fumigaciones son un éxito, sabemos que hay problemas de salud, incluso muertes, pero para nosotros es un costo aceptable”. Sin embargo el costo de millares de hectáreas afectadas y personas fallecidas fue denunciado en su día y se exigió 10 km de distancia sin fumigar.
En 2006, un informe presentado ante la CIDH que recogía datos de la Fundación Esquel hablaba del asesinato de 715 personas en 5 años en el territorio ecuatoriano fronterizo con Colombia, en plena aplicación del Plan Colombia. Mientras, en el 2005, John Walters, el denominado “zar” antidrogas descalificaba al presidente Palacios por exigir estudios sobre el glifosato. Diez años después, la Organización Mundial de la Salud le dio la razón al presidente al reconocer que el glifosato es “probablemente cancerígeno para humanos”.
2) Se suscribe acuerdo para la capacitación y formación de los cuerpos de seguridad.
Serán las Fuerzas Armadas de EEUU las que capaciten al ejército y la policía de Ecuador. Allí todavía funciona la “Escuela de las Américas”, que si bien cambió de nombre, es responsable de décadas de genocidios en el continente y se ha comprometido con la impunidad de los responsables de masacres, por ejemplo ha exigido a Colombia que sus militares no puedan ser enjuiciados por la Corte Penal Internacional, hagan lo que hagan.
La empresa contratista del Gobierno de EEUU para hacer las fumigaciones del Plan Colombia, Dyncorp, de la que era accionista el mismo expresidente George Bush padre, fue calificada de mercenaria en Colombia por encontrarse que por un lado fumigaba la coca, pero por otro transportaba heroína a EEUU. Mientras, la DEA manipuló y difundió fotografías satelitales de Ecuador asegurando la existencia de miles de hectáreas de coca en Ecuador (Hoy, 11/09/2001) para presionar que este país tuviera un papel más proactivo en el Plan Colombia.
3) Cooperación tecnológica contra el narcotráfico.
Entre los acuerdos suscritos está el de cooperación tecnológica para combatir el narcotráfico. Sin embargo la historia de ese país en relación al narcotráfico parecería apuntar a controlar las redes del narcotráfico más que a eliminarlas.
EEUU ha sido denunciado porque sus militares traían, durante la guerra de Vietnam, en los años 60-70, ataúdes con sus soldados fallecidos además de heroína y LSD procedentes de Laos y Tailandia para combatir la sublevación en sus calles de los Panteras Negras (movimiento de liberación de la población Afro en EEUU). Sólo fue el comienzo de una pseudo política antidrogas que fue utilizada en Nicaragua en la década de 1980 con cocaína y crack (para apoyar a los Contras); en Afganistán entre 1980-2000 con heroína y opio (para apoyar a los Talibán y después a la Alianza del Norte); en Kosovo en 1990 con envíos de heroína para apoyar a la UCK,y que en la vecina Colombia se dijo usar a través de la DEA para apoyar a los paramilitares.
Una ex-colaboradora del gobierno de Reagan manifestaría que: “EEUU es el líder mundial en el lavado de dinero global. Según el Departamento de Justicia, EEUU lava entre 500.000 millones de dólares y un billón por año. Es casi seguro que, por lo menos entre 100.000 y 200.000 millones de dólares tienen que ver con el comercio de importación y exportación y el comercio minorista de drogas”. Esta autora manifestaría que el mismo presidente de la Bolsa de Nueva York, Richard Grasso, en 1999 se reunió con miembros de las FARC para “llevar un mensaje de cooperación de los servicios financieros de EEUU” y discutir las inversiones extranjeras y el futuro papel de los negocios de EEUU en Colombia, reconociendo que la liquidez de la misma Bolsa de Valores dependía de los márgenes de beneficio de la cocaína (Catherine Austin Fitts. Narcodólares para principiantes: El dinero en el comercio ilícito con drogas. Narco News Bulletin. 27-10-2005).
Es tan grave la situación, que un director de la CIA manifestaría, ya en 1995, que “los carteles de la droga latinoamericanos han estirado sus tentáculos de modo mucho más profundo en nuestras vidas de lo que cree la mayor parte de la gente. Es posible que estén tomando las decisiones a todos los niveles del gobierno.” (William Colby, antiguo director de la CIA).
El narcotráfico no sólo es un problema social, de salud o de seguridad, afecta profundamente los territorios, desplaza las economías locales, destruye los tejidos sociales y suele ligarse a actividades de gran inversión y de gran impacto ambiental.
Sigue vigente la frase de Bolívar expresada en 1829: “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar a América de miserias en nombre de la libertad”. Así lo confirman las consecuencias del arribo de Pence casi 200 años después.
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