¿Quién usa la energía que nos quitan?
Acción Ecológica Opina
El país está viviendo la peor crisis energética de su historia. Al momento nos imponen cortes eléctricos de hasta 14 horas al día; pero ¿cuáles son las causas?
Sin duda esta crisis es multicausal: las sequías ocasionadas por el calentamiento global, la falta de mantenimiento del sistema eléctrico, las políticas energéticas que se arrastran desde hace muchos años, entre muchos otros factores.
En medio de esta crisis, nos cortan la energía a los ciudadanos de a pie, a los pequeños negocios, incluso a pequeñas unidades médicas, mientras continúa el derroche de algunos sectores económicos. Uno de ellos es el agronegocio.
El agronegocio energívoro
Distintas ramas del agronegocio devoran energía para acelerar sus procesos productivos, en una lucha contra el tiempo y los ciclos naturales, para maximizar sus ganancias. Es lo que Castells llama “colonización del tiempo”, a partir del uso desenfrenado de energía.
Por ejemplo, la empresa acuícola Santa Priscila utiliza electricidad en varios procesos relacionados con sus camaroneras: los sistemas de bombeo, aireación y alimentación, que ahora son automatizados. La automatización, a más de derrochar energía, desplaza mano de obra.
En la industria bananera, la digitalización permite generar información que facilita el control del ciclo del banano. Con programas de geolocalización y digitalización de cada planta, se generan datos para predecir, analizar la situación actual, el comportamiento a largo plazo de las cosechas y la tendencia a nivel de racimo, caja y la producción en general, y dar sugerencias para la toma de decisiones; es un proceso al que se le da el nombre de “negocio inteligente”. Todo, altamente dependiente de energía.
Se utiliza también energía eléctrica en los sistemas de riego y la fertilización de los monocultivos.
Pero lo más visible es el caso de cultivos como la pitahaya, que usan iluminación nocturna en sus plantaciones con una masiva cantidad de focos, para acelerar -y alterar- los ciclos vitales de la planta. La bioquímica de la planta continúa trabajando por la noche… no se detiene. Esta polución lumínica genera además impactos en la fauna local, por ejemplo en los insectos polinizadores, que cambian su comportamiento, atraídos por la luz.
A pesar de ello, este uso de energía se mantiene aún en épocas de crisis energética.
La iluminación artificial nocturna también se aplica en otros cultivos, para acortar el tiempo de producción, maximizar los rendimientos y “reducir la dependencia a la luz natural”.
Ahora se anuncia con bombos y platillos la Agricultura 4.0 y la digitalización agrícola, que permitirán aumentar más los niveles de velocidad de la producción agrícola, y el uso de energía. A pesar del derroche energético de estas nuevas tecnologías, se las presenta como una solución al cambio climático.
La velocidad y flexibilidad son fundamentales para la aceleración de la acumulación capitalista, facilitar los procesos de ocupación de nuevos territorios… y lo hacen usando enormes cantidades de energía.
¿Por qué no proponer cambios radicales en los sistemas productivos agrícolas que derrochan energía?