SERIE Plan de Creación de Oportunidades – No. 2: ¿Qué va a pasar con el agua?
La lucha por el agua en Ecuador tiene una larga historia que viene desde la conquista europea y continúa en la actualidad. Entre las disposiciones de control y ordenamiento territorial siempre han estado presentes aspectos referidos al agua. La primera ley de aguas fue emitida en 1832, y la última en 2014; ninguna de éstas entró en vigencia sin enfrentar previamente movilizaciones y levantamientos por parte de los pueblos. En la actualidad se discute una probable reforma.
En nuestro país hay más de 10 mil sistemas comunitarios de agua habilitados para consumo humano y de riego que involucran a unos 4 millones de personas, es decir el 20 % de la población nacional, e incluyen a las nacionalidades y pueblos que conservan los bosques y con ello alimentan los ciclos vitales del agua.
¿Cuáles son las propuestas del actual gobierno con relación al agua?
Dentro del Plan de Creación de Oportunidades (1), en la directriz 2 -sobre Gestión del Territorio para la Transición Ecológica-, el Objetivo 13 (de los 16 que tiene el plan) menciona Promover la Gestión Integral de los Recursos Hídricos, que incluye Políticas, Lineamientos Territoriales y Metas.
Si bien se utiliza un lenguaje que hace referencia a términos como: proteger, regenerar, recuperar, conservar, gestionar, y hacer un uso sostenible de los recursos hídricos, en las metas se enfatiza sobre el incremento de las autorizaciones para uso y aprovechamiento del agua, de las superficies de riego y drenaje, las áreas de protección hídrica, el acceso al agua apta para consumo humano, sin especificar cómo, dónde, y con qué sectores se llevará a cabo estas acciones.
La historia de las megaobras de infraestructura hidráulica ha sido una sucesión de rotundos fracasos, con desastres como la Josefina, Coca-Codo Sinclair, Daule Peripa, Baba, Toachi Pilatón, Manduriacu y muchas otras más.
¿Por qué se construyen? Porque constituyen grandes oportunidades de negocios para las empresas constructoras y otros intereses, sobre todo extractivos, que necesitan esa energía.
Como ejemplo cabe mencionar el caso de la pequeña central hidroeléctrica Hitrotambo, de ocho megavatios (MW) de capacidad instalada, y las más de 100 comunidades que viven aguas arriba de la infraestructura y que ya no tienen acceso al agua porque la empresa demanda la totalidad del caudal de la cuenca del rio Dulcepamba, en la provincia de Bolívar.
No aprendimos nada de los errores. Ahora, con el lema de las “Oportunidades”, se anuncia volver a repetirlos. Quieren seguir construyendo más centrales hidroeléctricas a pesar de que usamos sólo un 60 por ciento de la capacidad instalada de las ya existentes, el resto sería para exportar sin saber ni a quién. De hecho, todos los países de la región tienen el mismo plan. La estrategia fue endeudarnos para hacer represas y exportar una energía que no tendrá valor porque hay sobreoferta. Mientras, nos quedamos sin los ríos, amenazamos nuestra capacidad de producción de alimentos y precarizamos aún más a las comunidades, sobre todo rurales del país.
Lo increíble es que estas políticas suelen presentarse a nombre de enfrentar el cambio climático y como parte de la estrategia para la transición energética. Sin embargo, no solamente que numerosos estudios han demostrado que las represas empeoran los problemas del clima (2), sino que el propio calentamiento global causa caídas en la generación de energía hidroeléctrica por las sequías. Así, en pocas décadas estas obras resultarán inservibles.
En el país, más del 70 por ciento del volumen de agua concesionado es para la generación de electricidad. Incrementar la capacidad de generación eléctrica va a significar más ríos desviados o represados, cuando lo que debería plantearse es la optimización de las centrales hidroeléctricas y termoeléctricas que existen, así como disminuir las pérdidas en la generación, transmisión y distribución de electricidad, que podría estar actualmente superando el 30 % de los 8.685,76 Megavatios (MW) de Potencia Nominal en Generación de Energía Eléctrica. Los proyectos hidroeléctricos interrumpen el cauce del agua y provocan gigantescos desastres en el mundo entero. El colapso ambiental climático se siente y expresa en los ríos: carreteras destruidas, represas colapsadas, inundaciones. Son desastres NO naturales, son decisiones desastrosas de fracaso asegurado que crean cada vez más desastres.
ACCIÓN ECOLÓGICA
6 de octubre de 2021
REFERENCIAS
(1) Plan de Creación de Oportunidades. https://www.planificacion.gob.ec/wp-content/uploads/2021/09/Plan-de-Creacio%CC%81n-de-Oportunidades-2021-2025-Aprobado.pdf
(2) Represas hidroeléctricas contribuyen al cambio climático. https://www.scidev.net/america-latina/news/represas-hidroelectricas-contribuyen-al-cambio-climatico/
WRM. Las represas hidroeléctricas no son una solución para el cambio climático. https://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion2/las-represas-hidroelectricas-no-son-una-solucion-para-el-cambio-climatico/
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