PODA DE ARBOLES EN QUITO
Gracias a Bernardo Abad (Teleamazonas) que denunció que los árboles no le dejaban ver el «Ojo de Aguila», y a algún ciudadano inconsciente que dijo que los árboles no le dejaban ver la vía, y a los ágiles y con poco criterio funcionarios de parques y jardines que ahora sí actuaron con celeridad, la ciudad ha perdido unos árboles magníficos y un poco más de humanidad
Colectivo Quito Para Todos
Sobre la Poda de árboles en Quito:UN HERMOSO Y DECIDOR TEXTO DE MARGARITA LASO Quito, 8 de junio 2005
Señor
Alfonso Laso BermeoConcejal de QuitoComisión de Medio AmbientePresente.
Papá
Sé que estás en la Comisión de Medio Ambiente y por eso te escribo. Los miembros de esta Comisión, me parece, así como todos los miembros del Concejo, resultan un poco responsables de la vida de Quito, la vida más allá de nosotros, sus pasajeros habitantes. O mejor dicho de todos sus habitantes con vida. De sus árboles, de sus pájaros. Debo decirte que estoy entristecida por nuestra falta completa de una cultura de amor a los árboles en nuestra ciudad. De nuestra inconciencia absoluta de su valor, de su cuidado. En Quito hay árboles jóvenes, árboles que crecen rápido y otros que se hacen grandes muy lentamente y que son muy antiguos, árboles que duran en el tiempo mucho más que nuestras frágiles miradas. Se toman la energía del sol y las aguas que no les prodigamos nosotros y viven ofreciéndonos la limpieza de un oxígeno que tanto necesitamos con sus hermosas frondas. Los árboles son silenciosos, están ahí sin pedimos nada, llenándose . de pájaros y flores. Un verde que nos a1imenta sin que lo sepamos y que cobija nuestras almas en medio del ruido y del cemento. Pero se ve que no lo sabemos. No sabemos cuánto le cuesta a cada árbol crecer. Crecer entre el duro suelo que nosotros hemos cubierto de hormigón, abrirse paso en este aire que hemos llenado de cables, postes letreros, vallas. No sabemos que le cuesta al árbol como a nosotros levantarse del suelo y apuntar al sol. Cuánto le toma evadir los golpes, los tirones, las patadas, cuando es guagüito, y cómo sufre por los machetazos, las enormes tijeras las mutilaciones de que es víctima cuando empieza a asomarse como un muchacho y es sacrificado también por los muchachos que le arrancan los nísperos y las ramas. El árbol, este ser que vive al aire libre pero sufre el embate de estar entre nosotros. Creo que es el Municipio el que debe tomar la iniciativa de educar a la gente de Quito sobre el valor de sus árboles. No basta con sus inversiones, pues también las pierde. (Hay un enorme desperdicio: ¿qué pasó con las palmeras enanas? Murieron casi todas. ¿Alguien devolvió el dinero a la ciudad?) No basta con que en su publicidad de obras cuente cuántos plantó y a qué costo, pues es cierto que muchos han sido plantados, pero muchos también se han visto abandonados a su suerte que, como vemos, es casi siempre como la mala suerte de los pobres que hasta los perros les van mordiendo. Lo que parece más grave es que ni el mismo Municipio con sus departamentos de parques y veredas tiene los técnicos para trabajar con los árboles. Los podadores dan muestras de saña y ferocidad cuando los podan. ¿ Quién contrata y quién califica a los jardineros, a los ingenieros agrónomos que sierra-eléctrica-en-mano destruyen lo que todavía no sabemos ver como un patrimonio de la ciudad? ¿Es posible que nos digan que es una poda técnica la que han hecho con las hermosas ramas de los molles de la Gaspar de Vi1laroel, a estas alturas del año? Se acusa a los árboles de peligrosos y se tala cruelmente los más verdes y jóvenes mientras se mecen en otras veredas troncos vaciados y secos, en riesgo de caer, que en muchos casos, además, han muerto gracias a una poda salvaje. Los dizque peligrosos arbolitos zumban al paso de camiones, hormigoneras y mulas que no obedece los horarios ni tamaños ni rutas y que ciertamente no se apiadan ni de lo humano, peor de estos hijos lejanos del bosque. Hay que sumar el crimen de las vallas que sabemos son ilegales y señalar ante ti y tus compañeros que no existe al parecer ninguna autoridad que esté a su altura, pues en esta administración de la que tú participas, se ha permitido o se ha tolerado, o se ha salvaguardado una invasión de publicidad que tapa la ciudad, nuestro paisaje, nuestro patrimonio, el cielo nuestro. Una publicidad que cercena nuestros árboles, da cuenta de nidos y sonidos, troncha las ramas para que podamos ver su negra y costosa estructura metálica, que a diferencia de los troncos verdes se eleva en un santiamén. Vallas que se expanden en la paradoja de ofrecemos algo a la vista quitándonosla y contaminándonos y ensuciando lo que somos. ¿Cuándo va a actuar el Municipio, Papá? No se puede creer cómo ha permitido en pequeñas plazas y redondeles la imposición de vallas gigantes a costa también de nuestros árboles. ¿ Cómo se llama ahora la Plaza Artigas, si es a este prócer al que menos se ve? ¿De qué nos sirve tener piletas iluminadas, para quién se hacen inversiones si en el fondo de la, plaza restaurada lo que vemos es una valla de alguna empresa? ¿Has visto la pileta nueva de la Madrid con Isabel La Católica? ¿Ahora son los empresarios que contratan la publicidad los dueños de parques, plazas, redondeles, avenidas? ¿No es ese espacio nuestro? Pero si las acciones del Municipio y los publicistas y las empresas que pagan su publicidad son atroces muchas veces, lo que los vecinos de Quito hacen tendría que ser sancionado, como en otras ciudades, con multas ejemplarizadoras. El dueño de casa se cree dueño de la vereda y la calle, no se ha enterado de que éstas son espacios públicos. Hay que informar primero pero hay también que sancionar. Empezar por normar algo que atañe a la vida de la ciudad a su vida, literalmente. Concluyó la construcción de una torre en la Eloy Alfaro y Portugal. Junto a ella la ciudad tenía un mirador con dos molles magníficos: dejaron uno; no sé si el parquecito es una ofrenda de los constructores a la ciudad o si se trata de una invasión a un espacio colectivo por parte de sus diseñadores, pero lo cierto es que el molle que quedó fue pelado a mate. Y era una carpa de lluvia verde y el condominio de quindes y gorriones y mirlos. ¿A cambio de qué nos lo quitaron?Los árboles son como los hijos: ajenos. Pero son responsabilidad y orgullo nuestro, y es la gente de Quito la que los tiene que defender, y su Municipio, desde luego. La empresa eléctrica (que también es municipal) invita a la gente a cortar los árboles de la calle para prevenir su enredo con los cables que se colocan mal. (En otras ciudades los cables se acomodan periódicamente.) La empresa pide cortar los árboles que ha plantado el propio Municipio sin ver hacia arriba, pero no dice cómo, y muchos cortan el árbol a la altura de sus cinturas que es donde menos esfuerzo tienen que hacer con sus indolentes brazos. ¿Cuándo tendremos esa basura eléctrica, ese cablerío telefónico, de alarmas, de televisión regada, de banda ancha debajo del piso? Eso sí que no merece verse. Eso que pone en peligro a tantos niños. Ah, pero si la gente no se encarga de la poda, viene la grúa un día y mocha solo la parte que roza sus delicados y colgantes alambres dejándonos pedazos de sobrevivientes con unas desaforadas y temblorosas ramas. Otros vecinos cortan los árboles para vigilar el carro desde la ventana Los atropellan con el carro que montan sobre la vereda. Los pelan para que no se suban los ladrones. Seccionan el árbol porque está enfermo o porque tiene hormigas. Cuando enferma el abuelo o el perro tiene pulgas, no sabemos a dónde les lleva su sentido común. Hay que hacer un recorrido por Las Casas para ver quiénes se comidieron en partir los árboles y cómo los dejaron. Molles, nisperos, sauces, pinos, magnolias, álamos, jacarandás, cipreses, capulíes, cucardas, arupos, acacias, sufren todos los días el infame trato de nosotros los quiteños. ¿Cuándo va a actuar el Municipio de Quito? ¿ Tu comisión podría proponer una ordenanza para el cuidado, mantenimiento y valorización de los árboles? ¿Pueden proponer una campaña de ojos de pájaro para cuidar los árboles quiteños? Los árboles . quiteño s son como los que vivimos en Quito, muchos nacimos aquí, otros muchos venimos de otras partes, peto en este suelo tenemos la vida, aquí criamos a quienes nos llenan de cantos y aquí extendemos los brazos y damos nuestra sombra. Aquí nos acercamos a la luz. Eso nos hace quiteños: el suelo que cavan nuestras raíces y el cielo que nos regala su azul. Tener árboles es un privilegio, esto no puede quedar al gusto de ignorantes contratistas, ni de la arrogancia torpe de algunos vecinos. Papá, tener árboles nos hace una ciudad con esperanza, una ciudad que puede hermanarse con la belleza a pesar de todo el sufrimiento social que padece. Matar y mutilar tantos árboles cada día nos hace una ciudad marchita, avergonzada de su propia vida y de su propio trino. Recibe un abrazo lleno de amor y un beso esperanzado para ti y tus compañeros, MARGARITA LASO c.c. Paco MoncayoAndrés VallejoMargarita CarrancoGonzalo OrtizJuan Manuel CarriónLuz Elena ColomaFernando CarriónAugusto Barrera
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