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SERIE Plan de Creación de Oportunidades – No. 4: La Producción: agronegocio, extractivismo y empleo precario

El eje económico del Plan de Creación de Oportunidades, presentado por Guillermo Lasso como la base de su propuesta de país, incluye un objetivo para el fomento de la productividad y competitividad en los sectores agrícola, industrial, acuícola y pesquero bajo el enfoque de la economía circular.

Lo que allí se encuentra no tiene nada que ver con las identidades socioecológicas que existen en nuestro país y que han cumplido un papel importante en el surgimiento de los diversos sistemas de producción (y alimentación) locales. Nada tiene que ver con apoyar al fortalecimiento de la producción campesina, la pesca artesanal, la pequeña producción, que constituyen bases de la soberanía alimentaria, que permitiría garantizar la alimentación sana para la población a la vez que restaurar los espacios naturales que han sido tan degradados por el agronegocio, el extractivismo y la construcción de megaobras que han secuestrado el agua.

Aquí, lo que se plantea es seguir haciendo más de lo mismo: profundizar el modelo económico impuesto en los territorios.

Entre las metas al 2025 del mencionado objetivo, varias están relacionadas con la producción agrícola, entre ellas: aumentar las toneladas por hectárea, un indicador ampliamente cuestionado pero que se sigue utilizando para promover el modelo de la Revolución Verde y ocultar sus efectos letales en la salud humana y de la naturaleza de los fertilizantes sintéticos y los agrotóxicos que acompañan a las semillas industriales, base tecnológica de ese tipo de agricultura. Por tal razón, no es creíble la promesa de una mayor productividad agropecuaria con enfoque de conservación y mantenimiento de la fertilidad del suelo.

Otra meta, atada a la anterior, plantea incrementar las exportaciones agroindustriales y agropecuarias. Esto tiene mucho que ver con la respuesta a las demandas del mercado internacional que se pactan en los tratados de libre comercio. Recordemos que están vigentes tres TLC (con la Unión Europea, los países del EFTA y el Reino Unido) y que están negociándose, en secreto, con Estados Unidos y la Alianza del Pacífico; además de China y Rusia según los anuncios hechos por el presidente Lasso. Todos estos acuerdos de liberalización comercial se basan en abrirle más mercado internacional al agronegocio, controlado por la élite económica vinculada a la exportación de banano, camarón, pesca blanca, cacao, flores, brócoli, abacá y unos cuanto productos más.

El Plan también establece metas que pueden identificarse como facilidades puestas al servicio de la expansión del agronegocio. Por ejemplo, instrumentalizar a ciertos actores de la producción campesina que cumplen un papel importante en el debate de las políticas públicas para el agro y en la definición de propuestas alternativas relacionadas con la soberanía alimentaria. Un ejemplo es el esperado aumento del 4% al 25% el porcentaje de productores registrados como Agricultura Familiar Campesina que se vinculan a los sistemas de comercialización que, al sermayormente controlados por la agroindustria, significaría convertirles en proveedores de materia prima, provocando el abandono de prácticas agrícolas que no dependen de las semillas industriales y los agrotóxicos.

Algo parecido puede ocurrir con la promoción y fortalecimiento de las redes productivas relacionadas con la agroindustria y la economía popular y solidaria, pues al ser colocadas en similares escenarios de producción y comercialización, estas últimas van a ser integradas a la lógica empresarial y perderán las características propias de su identidad.

En este mismo sentido, el aumento del riego tecnificado para los pequeños productores, como se establece en el Plan, podría traducirse en la práctica en condicionamientos para que se produzca lo que las empresas requieren, antes de acceder al riego.

De igual manera, la meta de incrementar los alimentos de producción nacional en la canasta de los hogares ecuatorianos podría convertirse en mayores oportunidades para que la agroindustria obtenga mayor control del mercado alimentario nacional, y desplace más todavía a la producción campesina, de pequeña escala, amenazada constantemente por políticas que privilegian los productos ultraprocesados.

La aspiración del Plan de aumentar el número de mujeres promotoras de sistemas de producción sostenible también genera dudas sobre si la verdadera intención de esta meta tendría que ver con utilizar la voz de las mujeres para legitimar la agricultura de mercado que mueve al Plan Creando Oportunidades, que en este caso hasta se presenta con rostro ambiental.

Contar con mayores certezas, ampliamente difundidas, sobre la gravedad de la crisis ecológica, ha generado nuevas lógicas de lucro bajo el paradigma de la “economía verde”. El crecimiento económico continúa con sus expresiones de devastación y despojo, pero se cubre con el manto discursivo de la “sustentabilidad”. La economía circular[i], mencionada en el título del objetivo que hemos analizado en este editorial, muestra la afinidad del Plan con la economía verde.

Joan Martínez Alier, una de las voces más reconocidas internacionalmente en el campo de la Economía Ecológica, dice de la economía circular:

“…esa moda de la economía circular es ridícula. Sabemos que, si cada año entran en la economía, en números redondos, unas diez toneladas por persona (de combustibles fósiles, biomasa, materiales de construcción, metales), de esos materiales solamente una tonelada es reciclada, todo lo otro es material “fresco” que viene de las fronteras de la extracción. La economía industrial es entrópica, no es circular. Es cada vez más entrópica”[ii].

Vale como ejemplo la industria camaronera, una de las principales responsables de la destrucción de inmensas áreas de manglar, tierras agrícolas y humedales, cuyas exportaciones han aumentado significativamente en los últimos años, sin que haya ninguna acción de reparación ni restauración. El Plan se propone elevar el valor agregado en el sector camaronero, es decir abrir más plazas de empleo, que como se sabe es sobre todo temporal (en las piscinas -según épocas de siembra y cosecha), y nocivo para la salud de las trabajadoras, sometidas a temperaturas muy bajas (en las empacadoras). ¡El trabajo precario y la impunidad frente a graves daños ambientales y de la naturaleza no pueden ser parte de la política pública!

Igualmente groseras resultan las oportunidades de empleo derivadas de la investigación científica con transferencia de conocimientos, pues no solo valida la extracción del conocimiento de los pueblos, sino que pone a éstos en condición de explotación laboral para servir a los nichos de mercado. También se plantean encadenamientos productivos con productos asociados a la biodiversidad para micro y pequeños productores que a través de créditos y transferencia tecnológica se exponen a profundas dependencias.

Con el Plan de Creación de Oportunidades, no habrá lugar para la autonomía.

ACCIÓN ECOLÓGICA

25 de octubre 2021


REFERENCIAS:

[i] Ver: Acción Ecológica opina. Serie: ¡Y dale con la economía verde! – No. 1: La fábula de la economía circular. https://www.accionecologica.org/serie-y-dale-con-la-economia-verde-no-1-la-fabula-de-la-economia-circular/

[ii] Tomado de: https://www.carrodecombate.com/2021/04/15/joan-martinez-alier-la-economia-industrial-es-entropica-no-es-circular-y-es-cada-vez-mas-entropica/

Acción Ecológica Opina
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La Producción: agronegocio, extractivismo y empleo precario
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