Paz para el Yasuní
El lunes 25 de Enero del 2016, un nuevo suceso violento ocurrió dentro del Parque Nacional Yasuní: un grupo de guerreros Tagaeri Taromenane atacó a una pareja Waorani de la comunidad de Boanamo que surcaba el río Shiripuno dentro de la Zona Intangible. El ataque ocasionó la muerte de Caiga Baihua y heridas a su esposa; la mujer fue llevada a la comunidad de Bameno y desde allí, trasladada a un hospital en Coca.
La preocupación por las implicaciones que pueda traer este hecho para el pueblo Waorani de contacto reciente, como para los pueblos aislados Tagaeri Taromenane, es muy grande, si recordamos que un suceso similar ocurrido en el año 2013, cuando el ataque y posterior muerte de dos ancianos de la comunidad de Yarentaro, ubicada en el bloque 16, operado por la petrolera Repsol, desencadenó una venganza que provocó la muerte de más de 30 personas en aislamiento voluntario.
Este nuevo suceso ha dejado consternadas a las familias Waorani, mientras nos preguntamos, ¿Qué sucede en el Yasuní para que los ataques sigan ocurriendo pese a la implementación de un Plan de Medidas Cautelares?.
Por una parte para la cultura guerrera de los Waorani, Tagaeri, Taromenane, la muerte, los ataques, deben de ser “vengados”. Además, para los Tagaeri y Taromenane el territorio es parte de sí mismos, ya que dependen íntegramente de él para su sobrevivencia. En otras palabras, la vulneración e invasiones a su territorio sería interpretado como un ataque a su propio cuerpo.
Por otra parte, si miramos el Yasuní, la Zona Intangible y los sitios que estos pueblos trashumantes consideran como su territorio, nos encontramos con actividades extractivas como el madereo ilegal en los límites con Perú, extracción hidrocarburífera en los bloques Armadillo, 17, 14, 16, 31, y un nuevo contrato con la empresa china Andes Petroleum, firmado hace pocos días, para exploración en los bloques 79 y 83 ubicados al sur de la Zona Intangible, en donde mapas del Ministerio de Justicia han señalado como área habitada por el grupo Cuchiyacu. Por añadidura, desde la franja de seguridad del Plan de Medidas Cautelares se dan nuevas presiones por la presencia de colonos que expanden la frontera agrícola dentro del bosque.
Esta ocupación del territorio afecta gravemente la supervivencia de los pueblos en aislamiento; los ruidos espantan a los animales, los ríos bajan con agua contaminada, ya no pueden visitar las áreas ancestrales de recolección de chonta donde ahora existen nuevos ocupantes.
Detrás de esta realidad se encuentra el Estado ecuatoriano como el principal responsable, por acción y por omisión. La vida del Yasuní y los pueblos que allí habitan pende de un hilo a causa de la expansión de la política petrolera. ¿Habrá una nueva masacre?. El Estado tiene la palabra.
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