Naomi Klein, escritora, Canadá

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«… En mis investigaciones y presentaciones públicas, he sido muy afortunada en viajar ampliamente, reuniéndome con cientos de grupos de activistas alrededor del mundo. No obstante nunca he visto una organización ambientalista como Acción Ecológica. Muy a menudo el movimiento ambientalista es parte de una clase profesional de ONGs, más interesadas en la naturaleza que en la gente….»


Original version in English Below.

Marzo 12, 2009

Doctor Rafael Correa Delgado
Presidente Constitucional de la República
Palacio de Carondelet
Garcia Moreno 1043
Quito, Ecuador

Querido Presidente Correa,

Como usted debe saberlo, el mayo pasado realicé una maravillosa visita a Ecuador durante la cual testifiqué de primera mano muchas de las valientes e innovativas medidas que su gobierno esta tomando para profundizar la democracia nacional y avanzar en la meta de la justicia económica y ambiental. En mi libro The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism, escribo con gran admiración sobre como de muchas maneras usted se ha mantenido firme frente al imperialismo de los EE.UU, desde denunciando la extorsión del Banco Mundial hasta el cierre de la Base de Manta. 

Entonces fue con genuina confusión y conmoción que me enteré de la gestión del Ministerio de Salud para cerrar Acción Ecológica retirando su estatus legal. He seguido el trabajo trascendental de Acción Ecológica por años (o diría trabajo de “protección de la tierra”). Cuando estuve en Quito, fue con genuina emoción que conocí en persona a algunas y algunos de los líderes del grupo y estuve muy orgullosa de compartir el escenario con la incomparable Esperanza Martínez en el lanzamiento oficial de la edición ecuatoriana de mi libro.   

En mis investigaciones y presentaciones públicas, he sido muy afortunada en viajar ampliamente, reuniéndome con cientos de grupos de activistas alrededor del mundo. No obstante nunca he visto una organización ambientalista como Acción Ecológica. Muy a menudo el movimiento ambientalista es parte de una clase profesional de ONGs, más interesadas en la naturaleza que en la gente. Lo que tanto me impresionó sobre Acción Ecológica fue el hecho de que es tan claramente parte de un genuino movimiento popular, trabajando en directa solidaridad con las comunidades afectadas por la industria extractivista. Está también a la vanguardia absoluta de lo que con seguridad probará ser el más importante movimiento intelectual de nuestro tiempo: aquél buscando proteger los “derechos de la naturaleza” y financiar ese proyecto exigiendo a las naciones ricas y contaminantes pagar nuestra deuda ecológica. En relación a esto, estuve muy emocionada al enterarme recientemente que usted ha firmado un decreto para mantener el petróleo del Yasuní-ITT en el subsuelo (por lo menos por ahora). 

Eso es lo que hace que los ataques a Acción Ecológica sean tan desconcertantes. Como usted debe saberlo, en nueve meses, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático tendrá lugar en Copenhague. Esta podría ser la más importante reunión para el futuro de nuestro planeta, una oportunidad para poner de vuelta el calentamiento global en la agenda internacional (después de haber sido desplazada por el desplome financiero) y, más importante, resistir el empujón de los especuladores financieros para tener una “burbuja verde” que reemplace a la “burbuja de los derivados”

Hay muchos de nosotros que estamos determinados a poner el tema de la “deuda ecológica” en el pleno centro del debate en Copenhague. Ecuador naturalmente debería estar a la vanguardia de este movimiento, este es el porque, en la conducción hacia Copenhague, activistas alrededor del mundo están con la mirada hacia su país en búsqueda de inspiración. 

Que lástima es que en lugar de ver lo que yo vi—un gobierno progresista trabajando con movimientos de base y movimientos indígenas para encontrar soluciones que reconcilien la justicia económica con los imperativos ecológicos y los derechos indígenas— estos activistas están viendo en su lugar algo muy familiar: un estado aparentemente usando su poder para debilitar el disentimiento. En este tiempo crucial, necesitamos a Acción Ecológica más que nunca, y necesitamos que esté tan fuerte y tan estable cuanto sea  posible. 

Sr. Presidente, estoy totalmente consciente en lo difícil que es para una persona ajena entender las complejas fuerzas internas dando forma a las acciones en otro país. Yo puedo muy bien haber mal representado las intenciones de su gobierno, y si es así, estoy genuinamente apenada. Aún así, pensé que usted desearía saber el como esta acción es percibida por muchos fuera de Ecuador que están ansiosos por trabajar con usted en la carrera hacia Copenhague.     

Con Mucho Respeto

Naomi Klein


March 12, 2009

Doctor Rafael Correa Delgado
Presidente Constitucional de la República
Palacio de Carondelet
Garcia Moreno 1043
Quito, Ecuador

Dear President Correa,

As you may know, last May I had a wonderful visit to Ecuador during which I witnessed firsthand many of the bold and innovative measures your government is taking to deepen national democracy and advance the goal of economic and ecological justice. In my book The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism, I write with great admiration about how you have stood up to U.S. imperialism in multiple ways, from exposing World Bank extortion to the closure of the base at Manta.

So it was with genuine shock and confusion that I learned of the Health Ministry’s move to close down Acción Ecológica by withdrawing its legal status. I have been following Acción Ecológica’s groundbreaking (or should I say “ground protecting”) work for years. When I was in Quito, it was a genuine thrill to meet several of the group’s leaders in person and I was very proud to share a platform with the incomparable Esperanza Martinez at the official launch of the Ecuadorian edition of my book.

In my research and public speaking, I have been very fortunate to travel widely, meeting with hundreds of activist groups around the world. Yet I have never seen an environmental organization like Acción Ecológica. Too often the environmental movement is part of a professional class of NGOs, more interested in nature than in people. What impressed me so much about Acción Ecológica was the fact that it is so clearly part of a genuine people’s movement, working in direct solidarity with the communities affected by the extractive industries. It is also on the absolute vanguard of what will surely prove to be the most important intellectual movement of our time: the one seeking to protect the “rights of nature” and to fund that project by requiring the wealthy polluting nations to pay our “ecological debts.” Related to this, I was excited to learn recently that you had signed a decree to keep the Yasuni-ITT oil in the ground (at least for now).

That is what makes the attacks on Acción Ecológica so disconcerting. As you well know, in nine months, the United Nations Climate Change Conference will take place in Copenhagen. This may be the most important gathering for the future of our planet, a chance to put global warming back on the international agenda (after being pushed off by the financial meltdown) and, more importantly, to resist the push from financial speculators to have a “green bubble” to replace the derivatives bubble.

There are many of us who are determined to put the issue of “ecological debt” at the very center of the debate in Copenhagen. Ecuador should naturally be at the forefront of this movement, which is why, in the lead-up to Copenhagen, activists around the world are looking to your country for inspiration.

What a shame it is that instead of seeing what I saw—a progressive government working with grassroots and indigenous movements to find solutions that reconcile economic justice with ecological imperatives and indigenous rights—these activists are instead seeing something all too familiar: a state seemingly using its power to weaken dissent. In this crucial time, we need Acción Ecológica more than ever, and we need it to be as strong and stable as possible.

Mr. President, I fully realize how difficult it is for an outsider to understand the complex internal forces shaping actions in another country. I may very well have misconstrued your government’s intentions, and if so, I am genuinely sorry. Still, I thought you would want to know how this action is being perceived by many outside Ecuador who are anxious to work with you in the run up to Copenhagen.

With great respect,

Naomi Klein

Ecuador Solidarity Network Page

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