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Los proyectos mineros:  una declaración de guerra a los ríos, las fuentes de agua, los ciclos hidrológicos

Acción Ecológica Opina

La crisis energética nos obliga a pensar en las causas tanto globales como locales. El cambio climático es la suma de acciones que violentaron las leyes de la vida, por responsabilidad de los países industrializados y de los gobiernos que los secundan y aceptan el saqueo, el despojo y la destrucción de los ecosistemas más ricos del mundo.

La apuesta económica de este gobierno y de los pasados ha sido sacrificar la estabilidad de los ecosistemas en todo el país, sobre todo aquellos que son los generadores del agua. Los 14 proyectos mineros que se están impulsando se asientan precisamente en las zonas de recarga hídrica, como es el caso de Río Blanco en el páramo del Cajas, el proyecto Loma Larga en el páramo de Kimsacocha, ambos en la provincia del Azuay; el proyecto Fierro Urco en el páramo del mismo nombre, en la provincia de Loja; el proyecto Fortuna en páramos de Azuay, Morona Santiago y Zamora Chinchipe; entre otros.

Igualmente hay proyectos en las estribaciones occidentales de los Andes, en donde nacen y se nutren las cuencas hidrográficas que van a la Costa, como el caso del proyecto Curipamba – El Domo en las Naves, provincia de Bolívar; el proyecto La Plata en Palo Quemado, Cotopaxi; o el proyecto Llurimagua, en Íntag, Imbabura.

En la región Amazónica, los proyectos Mirador y Fruta del Norte, ya están operando en la cordillera del Cóndor, que en su momento fue la reserva ecológica más importante del país. Pero no son los únicos, pues otros proyectos mineros atentan contra la cordillera del cóndor, una de las vertientes de agua más importantes que nutren el río Amazonas.

Los proyectos mineros no solo destruyen los suelos, destruyen los bosques, la vegetación nativa, los cultivos, los centros poblados. Consumen gigantescas cantidades de agua, para el proceso minero (chancado, separación, relaveras).  De acuerdo con Carlos Zorrilla (comunicación personal) se calcula que por cada onza de oro se utiliza 21.000 litros de agua y en el caso del cobre, en el desierto de Atacama en Chile, puede llegar a 188.000 litros por tonelada.

En el proyecto Mirador, de acuerdo con el Estudio de Impacto Ambiental (2006), se utilizaría 40 litros por segundo, equivalente al abastecimiento promedio de 16.000 habitantes urbanos en el Ecuador, para una extracción de 30.000 toneladas de material por día. En la actualidad se duplicó la extracción llegando a 60.000 toneladas y para el 2025 pretenden casi quintuplicar la cifra (140.000 Tn/día), lo que equivaldrá al consumo diario de agua de 80.000 personas. 

Despojan el agua a la naturaleza (los ríos) y a los campesinos. Desvían ríos, disputan el derecho al agua a los indígenas, campesinos y a los proyectos de agua potable de los centros poblados, incluyendo a las ciudades grandes como Cuenca, Loja, Quito y varias de la cuenca del Guayas. Destruyen el equilibrio hidrológico.

La resistencia a los proyectos mineros, que es la defensa del agua, está generando violencia, criminalización, militarización de territorios; sin embargo, es la lucha más dignificante que tiene el país, y cada vez es más reconocida a nivel nacional e internacional.  La defensa del agua fue una de las razones para ganar las consultas populares de Cuenca y de Quito.

¿Quién se queda con la energía que a los hogares ecuatorianos se priva?  

Los proyectos mineros son grandes consumidores de energía. De acuerdo con Comunalisis (2024) el consumo energético de los proyectos Mirador (776 GW) y Fruta del Norte (332 GW), equivale al consumo de 2 millones 565 mil ecuatorianos.

Las operaciones mineras se clasifican como operaciones a cielo abierto o subterráneas, cada una con un perfil energético diferente. La minería a cielo abierto consume principalmente diésel en grandes cantidades para mover grandes volúmenes de material, pero las minas subterráneas también consumen cantidades muy grandes de electricidad para la ventilación e iluminación de la mina.

Las operaciones de minería a cielo abierto son más intensivas en consumo energético que las operaciones subterráneas, porque en la minería a tajo abierto se necesita movilizar mayor cantidad de material pétreo para obtener la misma cantidad de cobre.

Un estudio realizado por Engeco (2022) muestra que en la minería de cobre a cielo abierto se utiliza un promedio de 24 Gigajoules (GJ) de los cuales el 36% es para el chancado, el 60% para movilizar los materiales dentro la mina y 4% para otras necesidades energéticas.

El consumo final de energía para la producción de un kilogramo de oro en minería a cielo abierto es de 372 GJ. De este consumo total de energía, hasta el 26% es atribuible directamente a los procesos de trituración, para el transporte en la mina a cielo abierto es del 60% y para otros procedimientos es del 14%.

Para la minería de oro subterránea se utiliza 134 GJ por cada kg. de oro obtenido, que se consume de la siguiente forma: para trituración el 26%, para la electricidad en la mina subterránea el 18%, para el transporte de materiales el 27%, y para otros procesos de la minería consume el 29% del total.

Los proyectos mineros son una gran amenaza para el clima, la energía, el agua. Es absurdo seguir promoviéndolos. Son un crimen contra la naturaleza y el futuro del país, una declaración de guerra a los ríos, las fuentes de agua, los ciclos hidrológicos.

Referencias

Comunalisis2024. 

https://twitter.com/FNAntiminero/status/1838185981058470363%20Engeco%20(2022).%20Mining%20Energy%20Consumption%20

PRIMICIAS. 2024 ¿Cuánto pagan por la electricidad y cuánto consumen las dos grandes mineras que tiene Ecuador?

https://www.primicias.ec/economia/costo-electricidad-consumo-grandes-mineras-ecuador-81230

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