La guerra el acto más destructivo desde el punto de vista ecológico

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Los impactos de la guerra se pueden analizar desde distintas áreas y escalas, y todos son graves para el planeta y los pueblos:  el peligro nuclear, o la misma la relación del gas, el petróleo, el uranio con la guerra, junto a la escalada armamentista o la seguridad alimentaria.

La guerra tiene un impacto local devastador con todo. Por ejemplo, destrucción, contaminación, o acumulación de desechos militares peligrosos que comprometerán los suelos, el agua y el aire de los escenarios de los combates.

Basta mirar los daños a la infraestructura, esencial e industrial, que da como resultado la liberación de más productos químicos tóxicos. También las instalaciones petroleras han sido objeto de bombardeos frecuentes. Las UXO (Municiones Sin Explotadar-MUSE, en español) provocan daños duraderos. Las minas terrestres inutilizan las zonas por las explosiones y hay un alto riesgo de detonación posterior.[1]

Las municiones explosivas contienen elementos como plomo, antimonio, uranio, y otros químicos con nefastos efectos al ambiente y a la salud por su alta toxicidad. Los bombardeos no solo matan gente, afectan toda la biodiversidad y anulan las redes de la vida.

La guerra es el acto humano más destructivo desde el punto de vista ecológico.

La  guerra en Ucrania está, además, poniendo de relieve la vulnerabilidad de un modelo económico basado en la explotación ilimitada de la naturaleza, la colonización de otros territorios y pueblos, el aumento de la escalada armamentística, la dependencia de los combustibles fósiles y el riesgo de la energía nuclear.

La inversión desmesurada en “seguridad nacional” se da a costa de la desinversión en salud, escuelas, políticas de empleo o acceso a energía limpia y de bajo impacto, aspectos que dan realmente seguridad a la mayoría a las personas[2]

Ha quedado demostrada la escasa voluntad de salir de la dependencia de los fósiles y, por el contrario, hay amenazas de aumentar la extracción en las fronteras más extremas.  A la emergencia climática que provocan la extracción y quema de hidrocarburos fósiles se une la escalada bélica del gas, el petróleo y el uranio elementos que están en el corazón de esta guerra.

Igualmente pone de manifiesto cómo el sistema alimentario, basado en importaciones y en la agricultura y ganadería industriales que dependen de combustibles fósiles, plaguicidas, fertilizantes y transgénicos, nos está llevando hasta el borde del abismo.

Cuando se habla de una salida pacífica al conflicto bélico en Ucrania, o de prepararse para un largo conflicto, lo que se propone realmente es trasladarlo a los nuevos territorios de extracción.

La respuesta a esta crisis no puede ser más armas, más gasto en defensa, más energías sucias, más pérdida de biodiversidad, más polarización y más desprotección para las personas.

Esta nueva y dolorosa crisis necesita, como la anterior provocada por la Covid-19, grandes dosis de solidaridad, de unión, de protección y de cuidados; muestra con gran claridad la imperiosa necesidad de acelerar una transformación radical del sistema, una transición ecológica y justa que coloque el cuidado de la vida como objetivo central.

Sin embargo, pasar de la crisis sanitaria mundial (que aún no ha sido superada) a la guerra, tiene el gran riesgo de reforzar no solo la naturalización de la muerte sino la centralidad del armamentismo y las batallas militares como parte central del repertorio de la cotidianidad. Es el sendero de la necropolítica, la política matar y dejar morir a las personas y a la Naturaleza.

Esta guerra nos ha mostrado la fuerte dependencia que tiene el Ecuador, por un lado a insumos agropecuarios como fertilizantes, maquinaria agrícola y agrotóxicos y, por otro, a las exportaciones de productos como las flores, los camarones y el banano, destinadas a Rusia y Ucrania de manera particular, lo que ha afectado la economía de las exportaciones, pero también a otros países con economías golpeadas por la guerra.

Hoy, más que nunca, tienen sentido defensa de la vida y de la naturaleza; las luchas contra el extractivismo en los territorios; la soberanía alimentaria y eliminar las dependencias a los plaguicidas y fertilizantes químicos; la lucha por transportes públicos libres de combustibles fósiles; la implementación de energías limpias, descentralizadas y de bajo impacto, y de basar nuestra economía en un desarrollo endógeno antes que en el incremento de las exportaciones.

Acción Ecológica
19 de mayo de 2022


[1] Para conocer más: CICR. RESTOS EXPLOSIVOS DE GUERRA. https://www.corteidh.or.cr/tablas/r25647.pdf

[2] Solo un ejemplo de la Carrera armamentista: VISUAL CAPITALIST. Arms Transfers: U.S. and Russia’s Biggest Trading Partners. https://www.visualcapitalist.com/cp/arms-transfers-u-s-and-russias-biggest-trading-partners/

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