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El cáncer: una huella de Texaco en la Amazonía

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El 4 de febrero se celebró el Día Mundial contra el Cáncer. Este es un día para recordar a las/los muertos y enfermos de cáncer que la empresa petrolera Chevron-Texaco dejó en la Amazonía ecuatoriana por la contaminación petrolera.

Han pasado 52 años desde que se inició la explotación petrolera de Texaco en la Amazonía ecuatoriana y 26 desde que se inició el juicio contra esta empresa en las cortes de Nueva York. En apenas 9 meses, la Unión De Afectados por las actividades Petroleras de la Texaco (UDAPT) y la Clínica Ambiental han contabilizado 147 enfermos/as de cáncer (vivos) en las dos principales provincias petroleras (Sucumbíos y Orellana). Los que ya han fallecido son incontables y no hay registros.

A pesar de ser las principales provincias que generan los más importantes recursos petroleros para la nación, el rezago en inversión para la salud es enorme. En esas provincias no hay un solo laboratorio que permita el diagnóstico precoz del cáncer para tener posibilidades reales de sanar, alcanzando mortalidades del 80% cuando en cualquier país la sobrevivencia es del 60 al 80%.

Mientras en cualquier país el cáncer es curable, aquí con el petróleo, sigue siendo una condena de muerte. Superar esa situación pasa primero por hacer visible las cifras del dolor. También que el Estado se dé cuenta que ésta enfermedad, para vencerla requiere que los médicos piensen en ella y conozcan su evolución. No es posible que los médicos rurales que llegan al sector retrasen su diagnóstico porque nadie les informa de su alta frecuencia, una incidencia paralela a la presencia de casi 400 mecheros donde arden los desechos que se riegan contaminando las fuentes de agua.

¿Cuándo dejaremos de sacrificar a la gente en nombre del petróleo? ¿Ha puesto un límite el gobierno al número de personas que tienen que morir antes de empezar a actuar?

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