Sin las semillas no sería posible la agricultura ni todo lo que nos brinda. Hace miles de años que los pueblos del mundo entero lo comprenden. Proteger las semillas y brindar acceso a ellas es un entendimiento fundamental de la gente más allá de culturas, ideologías, religiones y visiones de mundo. La noción de que la semilla debe circular libremente es tan profunda que todos los sistemas nacionales de semillas vigentes hasta 1960 cuando se crea el Sistema UPOV, a través del cual se privatizan las semillas através de la aplicación de derechos de propiedad intelectual, que en el caso de las semillas se llaman «obstentores vegetales». UPOV es la expresión máxima de la guerra contra el campesinado, y resistir implica que la gente guarde, intercambie y multiplique sus semillas por sus canales de confianza y responsabilidad.
La comprensión de cuidar y guardar las semillas para volver a sembrarlas es tan fundamental y extendida entre los pueblos del campo, que se convirtió en parte de las labores de convivencia diaria y con estas acciones se mostró respeto y afecto profundos entre familias, comunidades y pueblos. La crucial importancia de las semillas se reitera en las ceremonias matrimoniales como legado para las generaciones venideras, fue tesoro de mujeres que escondieron semillas en sus cabelleras al fugarse de la esclavitud y al asegurar semillas para las siembras futuras en guerras y hambrunas.
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