Banco de codigos de la Amazonía y apropiación de la información genética

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Elizabeth Bravo – Acción Ecológica

Ponencia presentada en: Red TECLA – México – Noviembre 2019

Uno de los nudos críticos en el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, es la potestad que tienen los estados de declarar bienes de uso público ciertos “recursos naturales”, permitir su acceso y la aplicación de derechos de propiedad intelectual a partir de las innovaciones obtenidas. Para ello, es necesario primero cosificar la naturaleza, para luego transformarla en mercancías.

Al respecto, Nathaniel Comfort sugiere que muchos de los peores capítulos de la historia reciente son el resultado del cientificismo: la ideología de que la ciencia es la única forma válida de entender el mundo y resolver problemas sociales, y que donde la ciencia a menudo ha expandido y liberado nuestro sentido de identidad, el cientificismo lo ha limitado.

Quiero centrarme en la informática y la biología molecular y su confluencia en el proceso de cosificación de la naturaleza, lo que ha creado nuevas metáforas que reformulan la identidad de los seres vivos.

La biología molecular nace del matrimonio la física y de la química, no de la biología, y es una hija de la posguerra. Regal (1998). En esa época, los físicos que empezaron a re- arreglar las moléculas de la herencia, conocían poco sobre los organismos vivos, y se movían dentro de las limitaciones de sus propias disciplinas. Así, la física “colonizó” la biología con el fin de conseguir “progresos científicos” rápidos, siendo la Fundación Rockefeller la principal fuente de financiamiento. Esta fundación promoción la transición de la biología clásica, a la biología molecular y la “química del gen”.

A mediados del Siglo XX, Francis Crick propone el “dogma central del ADN”, y con esto, surgen nuevas metáforas, provenientes de la cibernética y la teoría de la información. Se propone «una teoría de las comunicaciones de los organismos vivos». Después de la propuesta de la doble hélice del ADN, los biólogos moleculares encontraron nuevas analogías con las ciencias de la información, cuando se empezaron a usar palabras como ‘transcripción’, ‘traducción’, ‘mensajeros’, ‘transferencias’ y ‘señalización’; que el genoma «se deletrea» en un «alfabeto» de cuatro letras. Hoy se habla de ‘edición génica’.

De esa manera, las tecnologías de la informática y la industria informática crecieron juntos. Y así como la informática se basa en algoritmos, los seres vivos están determinados por 4 letras en el ADN (ACTG) cuya secuencia determina quién somos. El ADN se transcribe en ARN mensajero. Éste se traduce en una proteína. La información

1 Comfort N. (2019). How science has shifted our sense of identity. Nature.

contenida en los genes constituye el “libro de la vida”2. Las secuencias de ADN se digitalizan, sus mensajes pueden ser interceptados, decodificados y programados. Así, se impone la biología molecular como la ciencia que explica todos los procesos biológicos, los que están determinados por los genes.

Se creía que el ADN era un texto sagrado transmitido fielmente a las generaciones. Ahora se sabe que esto no es así. Aún desde el punto de vista cientificista, la secuencia de las 4 letras codificadas en el ADN no determina la esencia de los seres vivos. El medio ambiente influye en la expresión de los genes a través de cambios epigenéticos; todos los organismos vivos conviven de manera simbiótica con bacterias y virus: tenemos 10 células bacterianas por cada célula humana, y quién sabe qué otros fascinantes descubrimientos surgirán en el futuro.

A inicios del presente milenio, un consorcio de científicos dio a conocer la decodificación del genoma humano, la quintaescencia de nuestra existencia, así como de una gran cantidad de seres vivos, gracias al desarrollo de métodos de “decodificación del ADN” de manera muy acelerada.

Es así como los seres vivos, sujetos de derechos, quedan transformados en secuencias génicas, lo que facilitó su mercantilización.

TRANSFORMACIÓN EN MERCANCÍA

Al momento existen gran cantidad de bases de datos almacenadas en el blockchain de secuencias genómicas de varios organismos vivos, especialmente bacterias. Haciendo uso de esta tecnología, se lanzó en el Foro Mundial de Davos un proyecto recientemente llamado “Proyecto Biogenoma de la Tierra (EBP)” y el “Amazon Bank of Codes” (ABC) cuyo objetivo es hacer que los “activos biológicos y biomiméticos” de la naturaleza estén accesibles para los innovadores de todo el mundo3.

La iniciativa pretende replicar al Proyecto Genoma Humano, para crear una base de datos de código abierto para todas las plantas, animales y organismos unicelulares, con el argumento de que ello podría proporcionar el incentivo comercial para preservar la biodiversidad de la Tierra, empezando por la Amazonía.

Hasta ahora, solo el 0,1% del ADN de las especies animales y vegetales ha sido secuenciado, dicen sus proponentes, y las nuevas técnicas de la Cuarta Revolución Industrial están liberando valor económico de la biodiversidad, como los algoritmos de automóviles autónomos inspirados en hormigas, que no colisionan a pesar de que cientos transitan por un mismo espacio.

Los promotores de esta iniciativa señalan que, al igual que el Proyecto Genoma Humano, que entregó al menos $65 a la economía de Estados Unidos por cada dólar público gastado, los beneficios a la salud humana, la medicina molecular y la ciencia, el EBP creará una bioeconomía inclusiva que además permitirá la conservación y regeneración de la biodiversidad.

2 Kay, 2000. Who Wrote the Book of Life? A History of the Genetic Code. Stanford University Press 3 Fon M. (2018). New Partnership Aims to Sequence Genomes of All Life on Earth, Unlock Nature’s Value, Tackle Bio-Piracy and Habitat Loss. WEF

El EBP durará 10 años y costará unos $ 4,7 mil millones, lo que es posible debido a la caída en los costos de la secuenciación genómica. Funcionará a través de una plataforma abierta, global, pública y digital, que registrará y mapeará los “activos biológicos” en el blockchain. Es un código bancario que registrará la procedencia, los derechos y las obligaciones asociadas con los activos de la naturaleza, su propiedad intelectual, para rastrear su procedencia y uso. Cuando se crea valor al acceder a estos activos, los contratos inteligentes facilitarían la distribución equitativa de los beneficios a los custodios de la naturaleza y a las naciones de origen con diversidad biológica.

Se trata de un nuevo intento de instrumentalizar la naturaleza, de reducirla a códigos genéticos y de crear falsas expectativas sobre el futuro de la ciencia, la conservación de la biodiversidad, de la salud pública y de las comunidades tradicionales amazónicas.

COMO SE JUSTIFICA

Estos nuevos “emprendimientos” se justifican porque a través del descubrimiento de las secuencias génicas de los seres vivos, se puede encontrar “la respuesta” a muchos de los problemas que aquejan a la humanidad y al planeta, desde una visión profundamente reduccionista. “Desbloqueando” el valor de la naturaleza, se puede abordar problemas como la biopiratería y la pérdida de hábitats.

El principal argumento para justificar estas propuestas es que las poblaciones indígenas y locales que son “custodias tradicionales” de la biodiversidad jamás se han beneficiado de ella, aunque hay muchas empresas se han enriquecido a través de la es biopiratería. Como solución los proponentes de estas iniciativas dicen que van a garantizar la distribución equitativa de los beneficios comerciales, en los términos estipulados en el Protocolo de Nagoya.

Otro argumento es la llamada «sexta extinción masiva» en la que 20.000 especies están en peligro, una «aniquilación biológica» que representa un «asustador asalto a los cimientos de la civilización humana», se lanza esta iniciativa pretendiendo decir que esta extinción se frenará si es que se llega a conocer el contenido genómico de todas las especies.

Aquí se presentan dos falacias. 1) no son las comunidades locales las responsables de la sexta extinción, 2) una empresa petrolera o minera o de ganadería extensiva (que si son responsables de las grandes extinciones), con mercados y cadenas de valor ya bien establecidos, no van a pasarse al negocio farmacéutico, de cosméticos o de materiales.

Otro argumento es que de estas iniciativas surgirá la nueva generación de antibióticos, a partir por ejemplo se ranas amazónicas, para enfrentar la amenaza de resistencia a los antimicrobianos; como si el problema de la resistencia bacteriana se resolviera con nueva moléculas, y no con un cambio en los paradigmas de la cría masiva de animales de granja o de salud pública.

CONCLUSIONES

Los marcos normativos en torno a la naturaleza, la consideran como un conjunto de recursos que pueden ser explotados, o bien como una cosa, que inclusive puede hacernos

daño. La porción de la naturaleza que se está analizando, sería considerada como un recurso a ser apropiado. El Protocolo de Nagoya, lo llama “recurso genético”, y la forma de apropiación es a través de contratos de “acceso a recursos genéticos” y de la aplicación de derechos de propiedad intelectual, una vez que se ha encontrado algo de interés para la industria.

Hasta hace unos años era inconcebible que se apliquen derechos de propiedad intelectual a las formas de vida, o sus productos derivados, porque estos derechos se aplican a las invenciones, no a los descubrimientos, pero la legislación de Estados Unidos fue poco a poco expandiendo estos derechos a distintos aspectos de la vida. Ahora, patentar microorganismos está totalmente naturalizados a través de los Acuerdos de Propiedad Intelectual de la OMC y del Tratado de Budapest, que ha re-interpretado el concepto de micro-organismo, como cualquier organismo que puede ser cultivado por métodos in- vitro. Esto amplía enormemente el campo de la aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, pues con el avance de la tecnología in-vitro, casi todos los seres vivos pueden ser cultivados con esta tecnología, con excepción talvez de algunos parásito biotróficos.

Esta interpretación permitió que se otorgue la patente No. 4,438,032 sobre la línea celular del ciudadano estadounidense John Moore. Con miles de secuencias génicas en las blockchain la expansión de los derechos de propiedad intelectual puede llegar a tener alcances inimaginables, afectando cada faceta de nuestra vida.

Considero necesario que los debates sobre derechos de la naturaleza se amplían para analizar el ámbito de la propiedad y apropiación sobre la naturaleza, a través de mecanismos como los contratos de acceso a recursos genéticos (ahora mucho más complejizados a través de su aplicación a plataformas digitales y los big data), y otros como las concesiones bajo declaratorias de bienes de uso público, o subasta de “servicios ambientales”. Es necesario además que se abogue porque se ponga límites a la propiedad intelectual.

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