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Anamaría Varea

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«… estoy segura que seguirán adelante “rompiendo la dominación con imaginación”….»


Queridas Amigas y Compañeras de Acción Ecológica:

Frente a los hechos, a la medida adoptada el día de ayer por el gobierno, sentí un gran malestar, una frustración muy grande y un tremendo desconcierto. ¿Será coincidencia que esto ocurra justo cuando muchas organizaciones estamos recordando el Día de la Mujer y haciendo un llamado de atención frente a la inequidad y la exclusión? – me preguntaba. Luego de respirar un par de veces, ya con el alma en el cuerpo nuevamente, empecé a recordar, a rebobinar los recuerdos , a rescatar hechos y momentos intensos, decisivos para ustedes, para nosotros, para el país y para el mundo.

Los recuerdos se remontan a un par de décadas atrás.  Recuerdo su pequeña oficina en Santa Prisca, dónde se entraban todos los gases lacrimógenos de las manifestaciones que con frecuencia se daban en las inmediaciones.  Allí empezaron nuestros llantos. Afortunadamente las mujeres podemos llorar. Llorábamos por la injusticia, por ver como la deforestación de los bosques amazónicos avanzaba, llorábamos por los manglares que desaparecieron para dar paso a las camaroneras y llorábamos por la actividad petrolera que avanzaba inclemente y contaminando a su paso, dejaba desolación y muerte.  Lágrimas que afortunadamente fueron fortaleciendo su propuesta, su estrategia de trabajo y cada una de sus campañas.

Campañas que nos convocaron, invitaron a la población a participar, a sumarse, a manifestarse a favor de la conservación de su Patrimonio Natural, entorno fundamental para que comunidades de pescadores, concheras,  mariscadores, agricultores, campesinos  y campesinas, habitantes de la selva mantengan su cultura y puedan llevar a cabo sus actividades productivas y reproductivas.

Nunca olvidaré la marcha de la Campaña Amazonía por la Vida, creo que era el año 1988, cuando vestidas de trabajadores petroleros bajábamos por la calle Guayaquil, en pleno Centro Histórico de Quito, Patrimonio de la Humanidad, anunciando, a quienes nos miraban atónitos, que allí se iniciarán excavaciones, pues se había encontrado petróleo.  Con la marcha queríamos crear conciencia sobre las implicaciones que tendría  la explotación petrolera por parte de la compañía petrolera Conoco en el territorio Waorani.  Queríamos que tengan la sensación de lo que implica que le allanen su casa.  Recordando esos momentos intensos. Creo que allí nació la campaña para Salvar el Yasuní.  Poco después con una imagen ambientalista vino la Maxus, cuyo objetivo y práctica no eran mejores, por ello en una editorial les advertimos y les dijimos “Maxus, yo ya te Conoco”.

A inicios de la década de los noventa fue su trabajo comprometido y decidido que evidenció lo que ocurría en la Amazonía Ecuatoriana.  Puso al descubierto cómo había operado la compañía petrolera Texaco, de que manera la “mala práctica petrolera” aplicada por esta compañía, había contaminado los esteros, los ríos,  la tierra en la que los campesinos sembraban sus matas de café, las yucas, el plátano… muchas fincas quedaron destruidas, muchos territorios indígenas deforestados y contaminados. 

Se empezaron a llevar registros, a presentar reportes, estudios e investigaciones relativas a la contaminación, gran cantidad de información se levantó y puso de manifiesto todo el impacto socioambiental que la Texaco generó en la Amazonía Ecuatoriana.  Estas pruebas fueron el sustento que dio paso al juicio contra la Texaco, liderado actualmente, por el Frente de Defensa de la Amazonía.

En la costa ecuatoriana la voces de muchos pescadores, de  muchas concheras también se levantaron para denunciar la destrucción del manglar.  La campaña “ Y si se acaba el manglar? también se hizo presente para apoyar a las organizaciones y a las comunidades ancestrales usuarias del manglar. 

Las campañas abrigaron causas nacionales e internacionales, han sabido enlazarse, hacer alianzas, tanto en el país como a nivel internacional.  Oilwatch es una red internacional prestigiosa que difunde al mundo información relevante y actual sobre la actividad petrolera y sus impactos.  La Campaña por un mundo Libre de Trangénicos también nos pone sobre aviso respecto a los peligros que entrañan los organismos genéticamente modificados.  La Plantaciones no son ecosistemas, es otra campaña, advierte que los monocultivos forestales buscan enraizarse en nuestros países, muchas veces fomentando la deforestación de bosques nativos y otras, bajo el lema de una actividad ambientalmente amable, esconden intereses de compañías madereras y papeleras. 

Causas de otros, auque sean lejanas, las sentían suyas y eso hacía que manifiesten.  Recuerdo la manifestación frente a la embajada de Francia contra las explosiones nucleares en el Atolón de Muroroa, éramos 15 o 20 frente a un gran piquete de policías.  Afortunadamente, logramos sensibilizar al capitán a cargo y el capitán buena gente paraba el tráfico, cada vez que teníamos que simular la muerte nuclear, momento en el que todas nos lanzábamos al piso y yacíamos ahí, muertas, en plena vía, en la mitad de la Ave, Patria.  El capitán buena gente, a los pocos minutos de nuestra muerte, empezaba a sufrir y de manera muy comedida nos rogaba que revivamos.  Los conductores y peatones observaban boquiabiertos nuestra muerte y resurrección, parecía que se sensibilizaban y se solidarizaban con la causa, sin embargo, una vez que el capitán buena gente hacía que la circulación se normalice, la cotidianidad les envolvía a los conductores quienes empezaban a lanzar insultos, a pitar como desquiciados y a mostrar su agresividad.

Y hablando de la agresividad de los conductores y del tráfico, es importante recordar como la juventud estuvo siempre participando en Accion Ecológica, sus propuestas, sueños y manifestaciones siempre tuvieron y han tenido cabida.  Iniciativas como las Brigadas Forestales que custodiaban, el Cinturón Verde de Quito, para impedir los incendios forestales, que amenazaban a las áreas verdes en los veranos,  comprometieron, a muchos jóvenes voluntarios, que participaron en campamentos como Guardianes del Pichincha, del Ilaló y de otras áreas verdes de nuestra ciudad.  Como respuesta a la contaminación del aire en Quito también la juventud se organizó para cuestionar el esquema de transporte de la ciudad, incentivar el uso de transporte público, y sobre todo de transporte no contaminante. Desafiantes los y las jóvenes se mobilizaron en bicicleta,  propuestas de ciclovías de integración de la bicicleta en acción, de la bicicleta como medio de transporte, se armaron desde allí. 

De una manera valiente, decidida y sustentada las campañas lideradas por Acción Ecológica han develado los impactos ambientales y sociales que entrañan las actividades productivas a gran escala.  Han hecho propuestas para cambiar un estilo de vida, han puesto de manifiesto que un modelo de desarrollo extractivista genera más contaminación, inequidad y exclusión.  Su esfuerzo y convicción por la construcción de un Ecuador ecológico, justo y solidario, ha sido ejemplo para muchos aquí y allá, ha articulado a muchas personas, organizaciones, redes, comunidades  para repensarnos para convencernos de que “no todo lo que brilla es oro”.  Al respecto, muchas voces se han levantado para advertirnos los riesgos que la actividad minera a gran escala puede traer en un país megadiverso, plurinacional dónde los derechos de la naturaleza y  los principios del “Buen Vivir” deberán guiar nuestro accionar. 

Afortunadamente, ahora las voces por los derechos de la naturaleza se escuchan más fuerte y desde diversos rincones, vienen de los usuarios ancestrales del manglar, las levantan los pueblos y nacionalidades que habitan en páramos y selvas, se hacen presentes en las ciudades del Ecuador y provienen también de otras regiones, de otros continentes.  Pero ahora se hacen más fuertes pues  vienen también de la gaviota y del delfin, del jaguar y de la anaconda, del ceibo, del pumamaqui y del guayacán y de los respectivos ecosistemas en los que ellos viven.  Voces que reivindican los derechos de la naturaleza,  que es  donde se reproduce y realiza la vida, voces que deberán velar por el respecto integral de su existencia y al mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales; voces que tienen que trabajar por que se mantenga su estrucrura, sus funciones y sus procesos evolutivos .

Y esas voces se escuchan porque el reconocimiento de la naturaleza, como sujeto de derechos, es sin duda la propuesta más importante, que plantea la Constitución del Ecuador – 2008, este es un precedente vital no solo para el país si no para el mundo, pues es un desencadenante fundamental en la defensa de la naturaleza. Voces que, frente a este desafío, tendrán que hablar cada vez más fuerte, pues seguramente se pretenderá desvalorizar o reducir el alcance de los derechos de la naturaleza para dar paso a actividades productivas a gran escala.  Voces que tendrán que seguir trabajando con dedicación, pasión y compromiso. Deberán  seguir defendiendo los principios del ecologismo, del Buen Vivir, con ilusión, creatividad y motivación, características infantiles de las cuáles estoy segura todos y todas nos enorgullecemos.  

Han pasado 20 años y los recuerdos son muchos, son demasiados, tal vez es momento de sentarse a escribir, documentar lo que han hecho, mucho ya ha salido a la luz, otra tanto está en los archivos, en las vivencias, en lo compartido, en lo vivido.  Cuando cumplieron 15 años regresamos a ver, evaluamos juntas el trabajo, rebobinamos el cassette y evidenciamos que ha sido mucho, ha sido vital, creativo, constructivo, propositivo y sobre todo muy esperanzador.   Tal como señalaba una de sus publicaciones, difundida talvez hace unos 10 años, estoy segura que seguirán adelante “rompiendo la dominación con imaginación”.

Un abrazo

Anamaría

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