Agenda Ecologista para la Transición #7 Una salud que construya vida

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A finales de la década de los 60 del siglo XX, se dispararon todas las alarmas. Una evaluación sobre el combate a la malaria en el mundo, elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que se haría pública en 1973, como “El Estudio de Organización de Métodos de Promoción del Desarrollo en los Servicios Básicos de Salud, reconocía que el fracaso de la campaña estaba más centrado en los problemas de los servicios de atención medica que por falta de elementos técnicos.

¿De qué se quejaba la población hace 60 años? Pues que los centros de salud no les daban respuestas a sus necesidades. Que eran enormes las brechas en el estado de salud entre diferentes grupos de población (mestizos, nacionalidades indígenas o población afro, hombres o mujeres, barrios marginales o residenciales,etc.). Que el aumento de los costos de atención no aumentaba la calidad de los servicios y la sensación de abandono de unos pacientes que veían cómo, a su costa, progresaba económicamente solo el personal de salud.

El informe incluía entre sus conclusiones que: “Esta crisis no se basa en el estado de salud, sino en la indignación de que la salud, o sus cuidados, estaban en manos de grupos determinados y que las estrategias y objetivos estaban siendo impuestasa la población” (las negrillas son nuestras).

Ante esta situación, la OMS convocó para septiembre de 1978, en Alma Ata (Kazajistán), a una Asamblea Mundial de Salud donde, 134 países y 67 ONG, firmaron una declaración que contemplaba la estrategia de la Atención Primaria de Salud (APS) y se propusieron como objetivo “salud para todos en el año 2000”.

La APS de Alma Ata reconocía que:

1- Salud es bienestar y es un derecho

2- Las desigualdades son inaceptables

3- El desarrollo económico y social es fundamental para lograr el máximo de salud

4- El pueblo tiene el derecho y el deber de participar en su atención de salud

5- Los gobiernos tienen la obligación de cuidar la salud de sus pueblos y la Atención Primaria de Salud (APS) es la clave

6- La APS es la asistencia sanitaria esencial puesta al alcance de una comunidad con plena participación.

7- La APS es una estrategia que:

– Refleja las condiciones económicas y sociales de cada país y se orienta a sus problemas.

– Comprende: Educación en salud, promoción, agua y saneamiento, asistencia materno infantil, inmunización, lucha contra enfermedades endémicas, tratamiento de enfermedades comunes y suministro de medicamentos esenciales.

– Implica la participación de todos los sectores en el desarrollo, pero exige y fomenta la autorresponsabilidad y la participación comunitaria, dando prioridad a los más necesitados.

– Incluye a médicos, enfermeras, parteras, auxiliares, trabajadores comunitarios y de salud tradicional para trabajar en equipo.

Esta estrategia obligaba a los gobiernos a formular políticas, estrategias y planes para iniciar propuestas de APS en cada país. Sin embargo, bastaron 6 meses para que los grupos de poder farmacéuticos y económicos guillotinaran esta iniciativa.

En abril de 1979, en Bellagio (Italia), la Fundación Rockefeller, junto con la Universidad de Harvard, considerando que esta estrategia era “inaplicable” propusieran otra: la Atención Primaria de Salud Selectiva (APSS). Sus argumentos, sin informes, sostenían que el problema no eran los servicios de salud, sino la falta de unas técnicas de intervención médicas, de costo razonable, que disminuyeran rápidamente la morbi-mortalidad infantil. Donde se había propuesto una estrategia, se elaboró una lista con actividades prioritarias en: 1) Lactancia natural, 2) Terapia de rehidratación oral, 3) medicación antimalárica y 4) Inmunización (vacunas). Todas ellas medidas que mantenían el estatus quo de la clase médica, desvirtuaban la evaluación de 1973 de la OMS, eliminaban la participación de la sociedad y permitían ser aplicadas incluso por las FFAA en “programas humanitarios”.

En 1983, a los 10 años del informe sobre el fracaso contra la malaria, la misma OMS, junto con UNICEF, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Banco Mundial y la Fundación Rockefeller, concretaron el primer golpe multiestatal a la Declaración de Alma Ata. Lanzaron la denominada: “Revolución para la supervivencia y el desarrollo del niño/a” que, junto a las 4 medidas anunciadas, incrementaron dos más: 5) las gráficas para el control de peso y talla y 6) la planificación familiar. Esto fue considerado como el asalto de la banca multilateral a la OMS, después de esto no volvió a levantar cabeza, ni a dejar de estar asociada a grupos de poder.

La APS desapareció de los programas oficiales y la APSS es la que nos ha llegado hasta hoy: inequitativa, vertical, impositiva y fracasada como la de 1973. Después de 20 años del objetivo de “salud para todos en el año 2000”, vivimos en la cuarentena del miedo. La revolución de la salud fue un fracaso tan amplio como la “revolución verde” de la FAO que giraba entorno a la alimentación asistida y no a la soberanía alimentaria. Esto nos recuerda que toda revolución que venga de arriba siempre es falsa, no es más que un discurso demagógico.

La cuarentena en Ecuador ha puesto en evidencia la extensa red de corrupción entre funcionarios del IESS y grandes hospitales, incluido el de la policía. Con alcaldes, asambleístas y hasta expresidentes que no solo erosionan la atención pública de todo un pueblo, sino que, en plena emergencia, lucran con el dolor ajeno, no les importa la vida de sus conciudadanos, a los que dicen servir y por lo que ya reciben un sueldo. Manchan el ejercicio de la política como una forma rápida para lucrar.

En medio de ello, los pueblos y las nacionalidades indígenas dejaron de ser atendidas, e informadas de la gravedad de la pandemia, no se les aportó información en sus lenguas, no les entregaron protocolos de atención, no reservaron pruebas para la identificación de positivos, ni se generó un programa de emergencia para casos graves.

Para ellos el Estado, una vez más, nunca existió. Tampoco para los barrios, comunidades, o asociaciones de población mestiza. El Estado solo se hace presente para extraer las riquezas de sus territorios, por eso, aunque la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) exigió su protección, nunca les protegieron de los derrames del SOTE, OCP y Poliducto. Abrieron carreteras para llegar a territorios inexplorados y exponer al COVID-19 a los Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV) y mantuvieron un flujo de trabajadores petroleros, y anuencia antes los trabajadores mineros, lo que contagió a la población.

En todos los países pretenden presentar que esta pandemia se vencerá con medidas técnicas, sean vacunas o medicamentos, en las que nuevamente los grupos de poder son los que venderán la solución, sin escuchar lo que la población tiene que decir. Sin tomar medidas contra la deforestación, la expansión de la agroindustria o la cría industrial de animales. Sin valorar que hay que incrementar la biodiversidad, que protege frente del salto de cualquier virus al ser humano

En la comunidad Moisés Gandhi de Chiapas, México, en 1997, un centenar de promotores de salud, definieron una estrategia mucho más avanzada que la de Alma Ata, la aplicaron y se ha convertido en un ejemplo a seguir.

Para ellos:

1- Salud es dignidad y casi siempre, detrás de cada enfermedad, lo que hay es una humillación. Puede estar mediada por una bacteria, un virus o un químico, pero en su conjunto viene determinado por responsables que exponen a la humillación.

2- Las inequidades, que ocasionan las enfermedades, son siempre provocadas e inaceptables, como lo es también la beneficencia que se pretende presentar como un derecho, en vez de la justicia y el respeto.

3- Lo que marca el hito para conseguir el máximo de salud es la participación activa de la población en la toma de las decisiones, y en salud es fundamental porque dignifica a la comunidad que opina y se escucha.

4- Esa participación comunitaria no solo es para la gestión de los centros, sino para todo lo que suponga creación en salud: celebraciones, recuperación de mitos y ritos, planificación del lugar, creación de trabajo, etc.

5- Los gobiernos atentan reiteradamente contra la salud de sus pueblos. Para ellos los fondos públicos son un botín a la espera de ser asaltado. Son las organizaciones, barriales o comunitarias, bien informadas, las que de mejor manera previenen las enfermedades y la muerte y las que multiplican el mayor provecho de los fondos.

6- La salud no es sólo atención médica, pero ésta debe estar en manos de las comunidades, con comités de salud, para evitar que sea una política impuesta y no deje de crear organización social.

Frente a esta situación Acción Ecológica propone la aplicación de una salud plurinacional gestionada por cada pueblo y nacionalidad con los recursos correspondientes. Esta construcción de dignidad y vida, desde lo local, implica:

– Trabajar la salud colectiva desde la organización y territorios (rurales y urbanos), porque dignifica sus procesos, de participación y consenso, y construyen dignidad.

– Recuperar la cultura, la historia, la memoria e incluso el idioma, porque no se trata solo de recuperar distintas formas de sanar, sino de que se entienda el papel de las cosmovisiones, en los procesos de salud y enfermedad.

– Enriquecer el territorio en que se vive, sea urbano o rural, con biodiversidad que impida el salto de cualquier virus al ser humano.

– Fortalecer el cuidado del agua, la tierra y el aire con medidas preventivas (agua limpia, letrinas secas, reciclaje de basuras,…).

– Capacitar, de forma integral, a miembros de las comunidades que socialicen los conocimientos y que puedan actuar directamente en sus comunidades desde la propia cultura y en un verdadero diálogo, el de los iguales, con otras.

– Reencontrarse con la sabiduría y confianza de los ancianos.

– Acompañar las resistencias a las agresiones para evitar la violencia.

– Partir del principio de que los más necesitados tienen un gran potencial para aportar.

– Reconocer que los conocimientos de hueseros, curanderos, parteras, yachak, son importantes y deben ser compartidos porque compartir une y da identidad.

– Valorar que toda persona y cultura tiene un conocimiento profundo o específico y el intercambio es necesario para la construcción colectiva de la salud.

Promotores y actores de salud comunitarios, deben participar en la creación de sus propias políticas y leyes de salud regionales, como elementos de democracia y de dignidad. Si los problemas de salud se deben a sistemas injustos y humillantes, hay que cambiarlos y no esperar a que los gobiernos, que son los agresores junto con las empresas, digan cómo hacerlo.

La solución no vendrá de fuera, sino del compromiso de quienes, a nivel local, se sientan afectados por mejorar las condiciones de sus vidas, por organizarse y creer en ellas mismas, por recuperar la salud y el derecho a la vida de sus comunidades.

Acción Ecológica

11 de junio de 2020

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