A NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS EN COCHABAMBA
Con gran expectativa se vive la Cumbre de Cochabamba. Después de las sórdidas negociaciones de Copenhague, la falta de compromisos y la intención de continuar exportando al Sur los costos de la crisis ambiental, Cochabamba se perfiló como una respuesta de dignidad y soberanía desde los pueblos.
Están presentes delegaciones de pueblos, intelectuales comprometidos con el cambio, organizaciones de defensa de los derechos humanos y de la naturaleza. En las declaraciones que circulan todos hablan del sumak kawsay, de los derechos de la naturaleza, de justicia climática, de la deuda ecológica. Sin duda se ha dado un salto.
Sin embargo, llama la atención la ausencia de discusiones sobre las industrias extractivas -petróleo, carbón, gas, minería- y los megaproyectos. Por estrategia o por táctica se manifiesta un rechazo a enfrentar directamente estos temas a pesar de que condicionan no sólo los derechos de los pueblos y sus territorios, sino la soberanía de los países.{jcomments on}
Algunos argumentan que no es el momento oportuno, que antes deben darse otros cambios, que hay que derrotar primero a los grupos tradicionales de poder, que se requiere fortalecer los procesos sociales…
¿Pero qué esta pasando en nuestros países y particularmente en nuestros campos? La mayoría de los conflictos se dan porque la presión sobre los territorios ha llegado a niveles extremos de agresividad: exploraciones petroleras en todas partes, incluyendo territorios indígenas, áreas protegidas, el mar, sitios sagrados; concesiones de minería a gran escala en zonas agrícolas, en fuentes de agua; mega represas que no sólo desvían los cauces alterando para siempre los ecosistemas, sino que dejan a los habitantes sin el liquido vital. Con contadas excepciones, los movimientos sociales a nivel rural están siendo fuertemente golpeados en aquellos lugares en donde han conquistado espacios de participación. Quienes se oponen a estas actividades son acusados de cómplices de la derecha, terroristas o infantiles.
La explotación de riquezas naturales, la privatización del agua en represas, para destinar la energía a sostener el modelo, son parte del neoliberalismo, que si acaso, puede sacrificar uno de sus pilares y reposicionarse otorgando nuevos roles a los estados nacionales. Las empresas nacionales o el Estado, a la cabeza de los proyectos, pueden entrar allá donde la transnacional no, el Estado puede hacer el papel de un buen relacionador comunitario y convencer a los pueblos de “sacrificar” sus territorios, incluso puede imponer sus proyectos de manera más directa y violenta, de allí el recrudecimiento de la criminalización a las comunidades que resisten.
Las mismas empresas transnacionales están golpeando las puertas de los gobiernos para obtener contratos, en otros casos se antepone la presencia de las empresas nacionales. Se pretende tender un velo sobre el hecho de que aún siendo los estados los que ejecuten proyectos se sacrifica el sumak kawsay, los derechos de los pueblos y de la naturaleza e incluso se continúa sacrificando las posibilidades de un desarrollo emancipador.
Este es el momento de dar estas peleas, estos son los escenarios para darlas. Cochabamba debe enfrentar estos temas. No hacerlo supone abrirle un espacio a la derecha, que más allá de tener intereses políticos tienen sobre todo intereses económicos. El capitalismo es capaz de reciclarse y proyectarse.
Superar el capitalismo, aún viviendo dentro de él, implica dejar de colaborar con él. Corresponde apoyar a los pueblos que con su resistencia conservan la Pachamama, enfrentan el cambio climático y mantienen abierta la opción del sumak kawsay.
¿Qué sería emancipador como modelo, cómo defender el planeta del cambio climático, ¿Cómo defender los derechos de la naturaleza? ¿Cómo defender los derechos de la naturaleza?
Fortaleciendo la auto determinación de los pueblos, reconociendo su derecho a la consulta y al consentimiento. El consentimiento es el ejercicio local de la soberanía, y la soberanía es la agenda central de Cochabamba
Abandonando el modelo petrolero que incluye energía del petróleo, agrotóxicos, automóviles privados, pues colapsa el clima global, condena a las economías nacionales y destruye los territorios y la salud de la gente. No se puede hablar de cambio climático sin topar el hecho de que hay que parar la frontera petrolera. Se requieren muchos proyectos de dejar el crudo en el subsuelo.
Abandonando el modelo de minería a gran escala que destruye la naturaleza. Frenando toda nueva mina, pues se trata de un modelo colonial perverso que destruye todo para sostener a la industria.
Construyendo una nueva matriz energética con fuentes renovables, diversas, de bajo impacto, que no sacrifiquen el agua, ni la soberanía alimentaria de los pueblos.
Comprometamos a nuestros gobiernos, líderes y autoridades en estos temas, pero sobre todo impulsemos estos caminos bajo los principios de desobediencia y autodeterminación, con un permanente respeto y defensa de los derechos de la madre tierra. Esto comienza desde lo local, se construye en procesos nacionales, para proyectarse a nivel global. Que Cochabamaba sea espejo de este caminar, sin renuncias, con soberanía y dignidad.
Quito, Ecuador. 20 de Abril de 2010
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