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3. ¿Qué hay detrás del canje de deuda por Amazonía?

Serie: ¿Qué le espera a la naturaleza y a los pueblos del Ecuador en el 2025?

En diciembre de 2024, el gobierno de Noboa concretó un segundo canje de deuda para “apoyar la conservación terrestre y de agua dulce en la Amazonía” (el primero se realizó en mayo de 2023, para Galápagos).  ¿Qué hay detrás de estas iniciativas?

A cuenta de “aliviar” la deuda externa, avanza la mercantilización de la naturaleza que se negocia en los mercados financieros del capitalismo verde, debilitando la soberanía nacional y cediendo a las corporaciones transnacionales de la conservación el control territorial sobre zonas marinas y terrestres biodiversas, en detrimento de los pueblos y comunidades que han cuidado y coexistido en estos territorios y de los derechos de la naturaleza. 

FINANCIARIZACIÓN DE LA CONSERVACIÓN

En las cumbres internacionales de Naciones Unidas sobre cambio climático y diversidad biológica, se ha definido que hay responsabilidades comunes pero diferenciadas; son los países enriquecidos e industrializados los principales responsables del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad. En este marco se ha acordado la Agenda 30 x 30 que propone convertir en área protegida el 30% de los océanos y de la tierra para el año 2030.

Los países industrializados se comprometieron a “movilizar” al menos 100.000 mil millones de dólares anuales a los países del Sur para supuestamente combatir el cambio climático, y unos 700.000 mil millones para supuestamente proteger la biodiversidad. 

Sin embargo, no se han buscado soluciones reales a las causas estructurales que han generado estas crisis ecológicas (como el extractivismo, el agronegocio, las grandes infraestructuras, el comercio global; actividades impulsadas por gobiernos, grandes bancos y corporaciones internacionales). Tampoco se han transferido los fondos acordados a los países del Sur, como parte de sus responsabilidades y de la reparación de la deuda histórica, socioecológica y climática. Lo que ha hecho el capitalismo es ver en estas crisis una nueva “oportunidad de negocios”: mercantilizar la naturaleza para negociarla en los mercados financieros; y a la vez, controlar los territorios más biodiversos del planeta para futuros proyectos.

Para no transferir los fondos comprometidos, se propone el viejo mecanismo de canje de deuda externa por conservación. La deuda externa ha sido utilizada históricamente como un medio de dominación, control de recursos y saqueo. Y se ha comprobado que los canjes de deuda por naturaleza no resuelven el problema de la deuda financiera ni aportan a la conservación de ecosistemas; son simplemente medios para mercantilizar la naturaleza. 

Según la Red del Tercer Mundo (TWN), en las tres últimas décadas los canjes de deuda representan solo el 0,11% del total de pagos de deuda de los países de renta baja y media durante el mismo período.

Las cumbres internacionales se han convertido en espacios de negocios para seguir incorporando a la naturaleza en el sistema financiero global con mecanismos como los mercados de carbono, créditos de compensación de emisiones, créditos de biodiversidad, bonos de naturaleza, conversión de deuda por conservación, y para impulsar el capitalismo verde

El objetivo de estos productos financieros no es la conservación sino el lucro.

Han sido creados por los bancos que estructuran instrumentos financieros y financian proyectos como Bank of America, Goldman Sachs, J.P. Morgan Chase, Credit Suisse; los que son utilizados por corporaciones internacionales que compran créditos de “compensación” de carbono o biodiveridad como Shell, BP, Chevron, Coca Cola, Nestlé, Microsolft, Google, Black Rock; o corporaciones conservacionistas que crean, aprovechan e invierten en los mecanismos financieros y facilitan acuerdos de conservación vinculados, como The Nature Consevancy (TNC), World Wildlife Fund (WWF), Conservación Internacional (CI) y fundaciones “filantrópicas” que invierten en bonos de naturaleza. Estas corporaciones cuentan con el respaldo de instituciones multilaterales, Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Financiera Internacional de Desarrollo (DFC).

CANJE DE DEUDA POR AMAZONÍA

En diciembre de 2024, el gobierno anunció otra conversión de deuda para “apoyar la conservación terrestre y de agua dulce en la Amazonía”. 

Estas negociaciones, que empezaron años atrás, se han realizado en total reserva. No se trata de cualquier negociación, ¡se trata de Galápagos y la Amazonía, nuestro patrimonio natural! ¿Cómo es posible que no pase por un debate social y por el análisis y aprobación de la Asamblea Nacional?

Al igual que en el caso de Galápagos en esta operación intervienen varias organizaciones intermediarias, siendo la más importante The Nature Conservancy (TNC), que nació en 1951 en Estados Unidos para la conservación, ahora se ha convertido en una de las principales instituciones financieras internacionales basadas en la naturaleza, a través de “NatureVest”, conformada por banqueros, consultores financieros y empresariales, para promover la financiarización de la conservación, a través de la conversión de bonos de deuda externa en bonos de naturaleza.

Desde 2016, TNC ha negociado cinco proyectos de conservación de océanos a través de la conversión de deuda por bonos azules en Seychelles (2016), Belice (2021), Barbados (2022), Gabón (2023) y Bahamas (2024). El de la Amazonía ecuatoriana es su sexto proyecto, apoyado por el programa de Bonos de Naturaleza y el primero centrado en conservación terrestre y de agua dulce.

El formato de los dos canjes de deuda en Ecuador es similar: TNC opera como facilitador de la operación junto con el Bank of America, que se encargó de la negociación de la compra de 1520 millones de dólares de bonos comerciales en descuento, a un costo de 1000 millones de dólares, pagados por Amazon Conservation DAC. El Ecuador emite nuevos bonos por naturaleza (nueva deuda) por el valor de los 1000 millones de dólares, con vencimiento en 2042. Se prevé que la conversión genere 460 millones de dólares que se invertirían en la conservación de ecosistemas terrestres y de agua dulce en la Amazonía, a través del Programa de Biocorredor Amazónico.

Para garantizar esta operación, el BID emitió una garantía de liquidez crediticia especial por 155 millones, y la Corporación Financiera Internacional de Desarrollo (DFC), una agencia de EEUU, que emitió un seguro de riesgo político por el valor de los bonos emitidos de 1000 millones. 

Se ha conformado un fondo fiduciario independiente, el Fondo Biocorredores Amazónicos (BCA), para administrar los fondos destinados a la conservación a través de una Junta Directiva conformada por representantes del gobierno, miembros independientes y TNC como socio del proyecto.

El proyecto incluye “mejorar” el manejo de 4,6 millones de hectáreas de áreas protegidas existentes y 1,8 millones de hectáreas adicionales de bosques y humedales, sumando un total de 6,4 millones de hectáreas. Además, se propone proteger 18.000 km de ríos amazónicos

Es decir, esta operación incluiría la Reserva Ecológica Limoncocha, la Reserva de la Biósfera Sumaco, el Reserva Faunística Cuyabeno y el Parque Nacional Yasuní, y las áreas adicionales. Todas ellas estarían subordinadas a los condicionamientos y decisiones de The Nature Conservancy.

De igual forma, los bonos de naturaleza emitidos se negociarían en los mercados financieros internacionales y podrían ser canjeados por “créditos de compensación de carbono y biodiversidad”, lo que permitiría a las corporaciones que los adquieran, contaminar en otras zonas del mundo, incluso en la misma Amazonía, con la complicidad de TNC y sus aliados financieros y corporaciones internacionales extractivistas y concentradoras de agua.

Las luchas territoriales que se han dado en nuestro país en defensa del agua, los páramos, los bosques y los ríos siguen inspirando a una mayoría de la población, que se ha pronunciado en favor del cuidado de la naturaleza en seis consultas populares vinculantes a nivel local y nacional para frenar las actividades extractivas mineras (en Kimsacocha, el Chocó Andino, en zonas de recarga hídrica, en áreas urbanas e intangibles) y petroleras (en el Yasuní).

Estos procesos sociales y pronunciamientos democráticos en favor del cuidado y defensa de la naturaleza no pueden ser traicionados a través de negociaciones secretas con sectores financieros que especulan con la naturaleza y la vida de los pueblos y atenta contra la soberanía nacional.

Anexos:

[1] https://www.accionecologica.org/galapagos-canje-de-deuda-por-conservacion-o-cuidado-de-la-vida/

[2] https://www.accionecologica.org/serie-cop16-es-peligroso-hablar-de-un-deficit-de-700-000-millones-para-financiar-la-biodiversidad/

[3]https://www.twn.my/title2/briefing_papers/twn/Debt%20swaps%20TWNBP%20Jun%202024%20KozulWright.pdf

[4] https://www.cffacape.org/publications-blog/understanding-the-conservation-finance-industry

[5] https://www.nature.org/es-us/prensa/conversion-deuda-biocorredor-amazonico-ecuador/

[6] https://www.primicias.ec/economia/canje-bonos-amazonia-daniel-noboa-amazon-dac-bofa-85574/

[7] https://www.accionecologica.org/por-el-derecho-al-regocijo-la-mayoria-de-la-poblacion-ecuatoriana-dijo-no-a-los-arbitrajes-internacionales/

Foto: Creative commons. Ecuador turístico

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